No es nuevo Chanivet en los espacios expositivos de esta ciudad. Hemos tenido la oportunidad de contemplar una espléndida muestra suya en la Pescadería y nos son cercanas sus comparecencias en el certamen de la Confederación de Empresarios, una de cuyas ediciones ganó en una ocasión y sus obras han sido seleccionadas en varias ocasiones.
Conocemos a Chanivet desde hace tiempo, era uno de los artistas preferidos de Manolo Alés, uno en los que más confiaba y con quien, como era habitual, no se equivocó. José Antonio Chanivet es un artista completo, lleno de intensidad creativa, con una clara vocación -más temprana que casi todos y, también, con más sapiencia que la inmensa mayoría–, hacia la utilización de las nuevas tecnologías. A lo largo de estos años lo hemos visto inmerso en buenas y afortunadas aventuras artísticas, siempre con un sello
particular y sabiendo muy bien hasta donde llegan las circunstancias de un arte necesitado de muy buenos argumentos, que él siempre supo conseguir y estar a la altura de las exigencias de la contemporaneidad.

La exposición que se nos presenta en el Campus de la Asunción transcurre por varias sendas de lo que siempre ha sido el ideario estético de este artista. Su dominio del diseño, de la fotografía digital y de sus distintas manifestaciones se hace evidente en una obra en la que se interponen y yuxtaponen elementos de muy dispar naturaleza, consiguiendo una imagen extrema de mucho impacto visual y fuerte semántica surrealista. Al mismo tiempo varias obras con mayor referencia pictórica nos envuelven de esa clara capacidad compositiva que siempre ha acontecido en la pintura de Chanivet. Objetos cercanos que se mezclan con imágenes presentidas y personajes cotidianos que dejan una huella imborrable como patrocinio de una memoria que en su obra marca unas claras rutas significativas.

La exposición del Campus jerezano nos vuelve a insistir en un artista al que se le debe echar más cuenta; un artista total que sabe de los acontecimientos de una plástica moderna con muchos recovecos y con demasiados laberintos. Por eso, considero que este artista necesita mucho más atención, que su obra pasa por ser de las de más seriedad de cuantas existen por nuestra zona y que, una vez más, nos hace partícipe de una obra abierta y con mucho carácter. Un artista que, como el bueno de Manolo Alés decía: «a este niño a que seguir».

Bernardo Palomo. Diario de Cádiz.

Campus de la Asunción. Universidad de Cádiz, Jerez de la Frontera. Marzo 2010.